1. Quita el envoltorio que protege a las flores o ramo, esto evita que se creen microorganismos y se pudran los tallos antes.
2. Pon las flores en agua clara y en un jarrón previamente lavado con lejía
3. Cada 3 o 4 días cambia el agua y corta 2 cm de tallos.
Este paso es importante porque con eso volveremos a abrir los vasos para que puedan absorber agua de forma más eficiente.
4. Repetir el paso anterior cada 3 o 4 días y quitar las flores que se hayan marchitado.